La chica de una hora
Es una rosa
recelosa
por consiguiente
misteriosa
su cobardía
valerosa
y su decisión
azarosa
despertaron mi
simpatía morbosa.
Como si
cualquier cosa
me acerque a su
mesa
conté mi amable
proeza
de deducción
ingeniosa
azotando su
coraza,
respondió a mi
amenaza
con sonrisa
cautelosa.
Sus palabras
como brazas
buscaban de que
masa
había salido mi
carroza
y su manera
contagiosa
mantuvo en mi
mano la lanza.