Sobre la evaluación y la devaluación
Quisiera
escribir algo bueno
que siempre
valga la pena leerse
pero escribo con
veneno
y mi pasión está
por verse.
Es que la
costumbre me llama
a ir en contra
de la costumbre
así, aunque se
enciende mi llama
la luz no se
descubre.
Cuando dispongo
así la trama
no hay gran
público que la vislumbre
y siempre que
vuelva a mi cama
no me importa a
quien alumbre.
Sin embargo
llego a estos días
de claroscuros
más bien oscuros
en que me digo:
“tu deberías
escribir para
algo seguro
para un público
docto y sapiente
o para la
ilusión del amante
con el colmillo
de la serpiente
y también del
comerciante”.
Si quiero
escribir algo “bueno”
tampoco voy a
abandonarme
a algún deseo
ajeno
y no hace falta
acostumbrarme.